Ahogada en tus ojos.

No puedo evitar que me inunden los recuerdos cuando sé que ese tú y yo, tan fuerte y patente que habíamos formado ha ido desapareciendo hasta reducirse a nada. Nada. No queda nada de todo lo que fuimos ni volveremos a ser  una mínima parte de lo que pretendiamos. Era fácil imaginar el futuro durmiendo en tu ombligo, pero las cosas se tuercen. Supongo que todas esas hipótesis e ilusiones de enamorados eran demasiado fantásticas para ser real, y nos apagamos. Aspiramos tan alto que al final nos hundimos. Nos equivocamos. Pero, sinceramente, nunca imaginé que esto fuera a ir tan lejos.
Es domingo, de resaca y mal humor y , como por arte de magia, has venido a mi memoria. Como una roca que se me viene encima y me aplasta. Y agonizo. Me da miedo imaginar que todo puede acabar así. Que nunca volveré a ser tu pequeñaja. Lo nuestro se acabó, pero nos habían quedado demasiadas cosas valiosas que se han volado.
Supongo que nunca olvidaré los chapuzones en tu mirada ni los abrazos al amanecer, aunque cada vez sea más lejano eso de poder volver a comportarnos como personas . Como personas que se quisieron y tuvieron algo tan especial.
Una pena tener que aguantar los silencios eternos entre los cientos de kilómetros que nos separan.