Hay días que soy incapaz de nadar entre los recuerdos sin ahogarme. Que las melodias que antes me salvaban de la vida, ahora me quiten de ella, y que recordar todos los momentos pueda ser tan lesivo.
Te quiero , te quise y te querré en todas las primaveras desvocadas y en todas las palabras que me faltan por decirte, aunque esto se disipe y se rompa sé que siempre nos quedarán esos silencios elocuentes, esas miradas asesinas, y esos abrazos que paran el transito del tiempo, que cortan la respiración y hacen de cualquier amanecer un fenómeno secundario.
Gracias por, a pesar de todo, haber sido esa luz brillante y patente que no se cansa de relucir al compás de mis descosidos y mis lagrimas, y esa sonrisa despitada capaz de hacerle competencia a cualquier sol de agosto.
Gracias por haberte clavado en mi de esta forma tan especial , por haber incrustado tus maravillas en mis heridas y por garantizarme que pase lo que pase siempre nos quedarán las calles de Salamanca para pasar la tarde andando sin rumbo al son de nuestras carcajadas.
Gracias por existir.
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